viernes, 15 de septiembre de 2023

17 de septiembre de 1837. Poemas de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano por la celebración de la Independencia de México.

AD NOSTRATES HEROAS

Epigrama

Pro dulci patria fato cecidistis acerbo;
Non hoe supsalicium, quippe triumphus  erat.


Soneto

Al rayo que lanzó cobarde mano
exhalan firmes el postrer aliento,
los que fijaron en eterno asiento
la libertad del pueblo mexicano.

La esclava turba que aduló al tirano
ostenta el espectáculo sangriento,
y en la embriaguez del bárbaro contento,
los baldona, y calumnia… todo en vano.

No se abaten sus fuertes corazones,
porque la infamia pertenece al vicio,
y por la gloria brillaba en sus acciones:

Si por la patria hacéis el sacrificio
de vuestras vidas, ínclitos varones,
de un magnífico triunfo es el suplicio.

Lic. Juan Nepomuceno Mier Altamirano
Diario del Gobierno de la República Mexicana. Domingo 17 de setiembre de 1837.




Salve laeta dies meliorque
Revertere Semper:
OBID. FASTOR. LIB. 1.

SONETO

Exangüe, descaecida, sin aliento.
y bajo el peso de servil cadena
yacía de dolor la patria llena
sobre el suelo más fértil y opulento:

Apurado por fin el sufrimiento,
se levanta del polvo, su voz truena,
y en el extremo de su infanda pena
de sus hijos provoca el ardimiento:

Entonces fue cuando con pecho fuerte
y heroico arrojo, impávidos caudillos,
la libertad juráisteis, o la muerte…

Vuelve, pues, con serenos almos brillos,
día de gloria, a mejorar la suerte
del en que rotos fueron nuestros grillos.

Lic. Juan Nepomuceno Mier Altamirano
Diario del Gobierno de la República Mexicana. Domingo 17 de setiembre de 1837.

Fuente: Hemeroteca Naciona Digital de México, Diario del Gobierno de la República Mexicana, Fecha: 1837-09-17: https://hndm.iib.unam.mx/consulta/publicacion/visualizar/558a33537d1ed64f1693a61e?intPagina=1&tipo=pagina&anio=1837&mes=09&dia=17 
y Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España, Diario del Gobierno de la República Mexicana, Fecha: 1837-09-17: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=fa6cff64-a771-4ead-abdf-25a2ffc50988




martes, 12 de septiembre de 2023

12 de noviembre de 1841. Poema de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano en agradecimiento al Dr. Jecker.

AL DR. JECKER

(quien operó al Lic. Mier y Altamirano de una catarata en el ojo derecho)

Lux si oculis aberat fusco velamine tectis,
vix dígitos moveas fulgida Jecker, adest
Mirificâ natura tuâ bene vincitur arte:
Cœci olim testes, sum quoque testis ego.


Versión libre

Si la pura alma luz no penetraba
del ojo triste la turbiosa lente,
a un leve movimiento de tus dedos
el velo se descorre, insigne Jecker.

Naturaleza aunque fecunda y sabia
a tu arte y tu pericia el triunfo cede.
Muchos que fueron ciegos son testigos,
Y entre estos es razón que me numere.

Juan Nepomuceno Mier y Altamirano
El Siglo Diez y Nueve. 12 de noviembre de 1841.




27 de octubre de 1838. Poema de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano, en las públicas solemnes exequias del ínclito general mexicano D. Agustín Iturbide, con ocasión de trasladarse sus cenizas a la Santa Iglesia Metropolitana.

In publica solemni parentatione incliti Mexicani excercitus imperatoris Agustini Iturbide, cum ejus cineres ad Metropolitanam Basilicam transferrentur.

PARCERE SUBIECTIS: PATRIAE DIRUMPERE VlNCLA
        HAEC SUMMI APPARENT CRIMINA MAGNA VIRO
SAEPIUS IPSE SUOS HOSTES DEVINXIT AMORE
        INVISUS MULTIS, QUOS MANUMISIT ERAT
QUEM BELLIS TOTIES CLYPEO VICTORIA SERVAT
        FRATERNA, INFANDUM! CONCID1T INVIDIA
EXSUVIIS DITATA TUIS PATER OPTIME CARIS
        MEXICUS INFERIAS, JAM TIBI SOLVIT AMANS.


Version libre por el mismo autor.

En las públicas solemnes exequias del ínclito general mexicano D. Agustín Iturbide, con ocasión de trasladarse sus cenizas a la Santa Iglesia Metropolitana.

Perdonar generoso a los vencidos,
y romper de la patria las cadenas:
tales fueron los crímenes atroces
del hombre digno de memoria eterna.

El amor conquistó de aquellos mismos
que en bélicas funciones combatiera;
pero fue aborrecido de no pocos
que libres fueron por su heroica diestra.

Cubrióle la victoria con su escudo
en medio de las lides más sangrientas,
pero cayó abrasado por los rayos
de envidia fraternal ¡maldad horrenda!

México enriquecida, poseyendo
tus mortales despojos dulces prendas,
oh padre de la patria te consagra
un tributo de honor amante y tierna.

Lic. J. N. Mier y Altamirano.
El Iris. Periódico literario, político y mercantil. Sábado 27 de octubre de 1838. 

Por el traslado de los restos mortales de Agustín de Iturbide a la Capilla de San Felipe de Jesús, en la Catedral de la Ciudad de México.

Fuente: (1838, Octubre 27). Page 4. El Iris. https://gpa.eastview.com/crl/irmn/newspapers/eirs18381027-01.1.4 
Ver también: Catálogo deLucina Moreno Valle. 1821 - 1853. Enlace: https://lafragua.iib.unam.mx/catalogo/1821-1853/3696 






16 de septiembre de 1836. Poema. Romance de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano titulado «La libertad en México proclamada en Dolores».

LA LIBERTAD DE MÉXICO PROCLAMADA EN DOLORES

Romance endecasílabo en el aniversario que de aquel glorioso acontecimiento se hace hoy en esta capital por el Lic. J. N. Mier y Altamirano (16 de setiembre de 1836).

…Quisquis patriam, cerosque penates,
Qui sobolem, ac thalamos, desertaque, pignora quærit,
Ense petat: medio posnit Deus omnia campo.
LUC. PHARS. LIB. 7.

…Quæque ipsi misérrima vidi
Et quorum pars magna fui…
VIRGIL. ÆNEID. LIB. 2.

Canto a varones de inmortal memoria,
Y los esfuerzos noblemente osados
Que hicieron por volver su antiguo lustre
Al poderoso pueblo mexicano.

Canto la cruel ira, los furores,
Con que los hijos ávidos ingratos
De la indomable y orgullosa Iberia
Resisten y acrecientan los agravios.

¡Libertad celestial y encantadora,
Que en los siglos felices, y lejanos,
De Trasíbulos, Brutos, y Catones,
Tocaste el corazón, armaste el brazo!

Sola tú ensalzar puedes los prodigios
Del valor impertérrito, inflamado,
Que cuanto más difícil es la empresa
Tanto más se sublima el entusiasmo.

Tú sola puedes conocer el precio
Del honorable sacrificio amargo
Que hicieron nuestros ínclitos caudillos
Por el sostén de tus derechos santos:

Siglos, generaciones, y sucesos,
La faz de todo el globo habían cambiado,
Mientras el despotismo las cadenas
Sin alivio arrastraba el mexicano:

Lánguido, y abatido, y sin aliento;
(Lo diré; o callaré) mísero esclavo,
En el exceso de su infanda pena
Ni levantar los ojos le era dado:

Tal fue su condición, lo sabe el mundo,
Desde aquel azaroso día infausto
En que Holguín, al augusto prisionero
Rindió el cuerpo; no el ánimo esforzado.

Cerca de tres edades transcurrieron
(Huehuetilistli en el idioma patrio)
Las que a otros tantos siglos casi iguales
El dolor y la afrenta prolongaron:

Apurose por fin tanta paciencia…
Pesaba más y más el yugo hispano.
¿Para qué renovar lo que la historia
Con lágrimas y sangre ha consignado?

Era la noche, y la hija de Latona
Rigiendo por el éter sus caballos,
Con plácidos reflejos adormía
Los humanales miembros fatigados:

Un dulce melancólico silencio
Reinó de Anáhuac en el vasto espacio,
Y solo se escuchaban ecos tristes
Del agorero búho de cuando en cuando:

Parecía que dijera en sus acentos
¡Ay! del conquistador, ¡ay! del tirano,
Pasó el último sol en que tranquilos
Los hijos de Witiza dominaron:

Sigue luego el rugido pavoroso
De los opuestos vientos desatados
Que sacuden las cimas y los troncos
De antiguos robles, y de cedros altos:

También se estremecieron (me horrorizo
Al referir el portentoso caso)
De una piramidal grotesca tumba
Los hondos y firmísimos peñascos:

Fabricolos natura en la colina
(Chapultepec su indígena vocablo)
Y eran de los guerreros más famosos,
Sencillo, pero eterno cenotafio.

Entre el musgo y las quiebras, un espectro
Asoma de improviso, sube a lo alto,
Y aunque confusamente se perciben
La forma y ademán de cuerpo humano,

La majestuosa, firme, erguida testa,
Del valor conservaba nobles rasgos
Y cortante maquahuilt empuñaba
La diestra con despejo denodado.

Era la triste generosa sombra
De Quauhtemotzin digno soberano
Que con firmeza heroica sostuviera
De su pueblo los fueros sacrosantos.

De Quauhtemotzin digo, a quien el trono,
 De vida y libertad privó el malvado,
Que el nombre de conquista dio al pillaje,
Al bárbaro exterminio y al engaño:

En torno del funesto árido sitio,
Cual si observar quisiese, gira un rato,
Rápida luego hacia el noroeste vuela,
Los roncos Euro, y Aquilón calmaron.

En un villaje apenas conocido
(Dolores, le dijeron los pasados)
Pero ya de la historia mexicana
Célebre se hizo en los eternos fastos.

La honorable fantasma se detiene,
Luego que toca en el recinto sacro
Y los dichosos muros do primero
De libertad las voces resonaron.

En las nocturnas horas bajo un techo
¡Horas afortunadas! Un acaso,
Hizo que en conferencia allí estuviesen,
Los dos primeros jefes asociados:

El padre de su pueblo, el venerable,
Profundo, bienhechor, sagaz Hidalgo,
Y el intrépido Allende a quien distinguen
Cerviz hercúlea y el nervioso brazo:

Apareció a sus ojos de repente,
El fantástico bulto: sigue el pasmo,
Callan los héroes, y con rostro atento
Estas mismas palabras escucharon.

¿Hasta cuándo, les dice, de la patria
Hijos esclarecidos, hasta cuándo
Sufriréis con paciencia el yugo férreo
Que impuso a vuestro cuello el fiero hispano?

¿Habrá de ser eterna la ignominia?
¿Serán vuestros derechos siempre hollados?
Ni el Padre Omnipotente, ni los hombres
Consentir pueden vilipendio tanto:

La muerte o libertad es el destino
Para las grandes almas reservado;
Yo hubiera preferido lo primero
Desde que vi rendido el suelo patrio:

Sostuve hasta el extremo con firmeza
La majestad del nombre mexicano:
Víctima fui, por fin, de aquel intruso,
Feroz caudillo, y de su infame bando.

Si el imbécil cobarde Moctezuma
Entrada al invasor no hubiese dado,
México, tal cual era, existiría,
Durarían sus magníficos palacios:

Pero todo acabó: los sucesores
De aquel ladrón, y déspotas extraños,
Remachan las cadenas que se extienden
A los hijos y nietos de los amos.

De esta triste verdad sois una prueba,
Y en ese punto (lo sabéis) en que hablo,
Se os preparan horribles calabozos:
En ellos gimen ya vuestros hermanos.

Instan, y son preciosos los momentos.
¡A las armas! Salvad el suelo caro;
Sepan los siglos y los pueblos todos
Que aquí naces también Curcios y Cassios.

Dijo, y súbitamente de sus ojos,
Desapareció el prodigio, reanimado,
Siente en el corazón de nuevo aliento,
Y a la empresa resueltos se arrojaron:

Convocan a los bravos campeones
Que a lid tan noble estaban aprestados,
El confuso murmullo se extendía
Por las montañas y anchurosos campos:

Cual empreñada tempestuoso nube,
Estalla el trueno: sigue rimbombando,
Y se pierde la hueca resonancia
De la bóveda inmensa en los espacios:

Así de libertad el santo grito
De la noche, en el último letargo,
Se difunde saliendo de los pechos
Como de unos volcanes sofocados:

Sacude el labrador el torpe sueño,
El lanzón empuñó callosa mano,
Besa a su hijuelo, y al tomar la brida
Impaciente relincha el fiel caballo:

Tú también, Abasolo, amable joven,
Del casto lecho fuiste separado
A la voz de la patria, y con presteza
De un naciente escuadrón tomas el mando:

Vuelan de la comarca los valientes,
A unirse a los pendones bienhadados;
Crece el fervor, y suspirando envidian
Ir al combate trémulos ancianos.

Apenas el crepúsculo primero
Las dulces avecillas saludaron,
Cuando ya numerosas bravas huestes
Inundaban los valles y ribazos:

Nunca más bella se asomó la aurora
Del fértil Michoacán por los collados,
Como en el fausto día decimosexto
De aquel setiembre memorable y grato.

Entonces fue cuando la turba alegre
Unísonos los pechos y los labios
Mil veces repitira en sus clamores
¡Viva la patria! ¡Mueran los tiranos!

Entre tanto los fieros opresores
Que presagiaron su fatal fracaso,
Despavoridos tiemblan y persiguen,
Y previenen mazmorras y cadalsos:

La venenosa víbora que siente
El duro golpe en ella descargado,
Silva rabiosa con vibrante lengua,
Y centellean sus ojos sanguinarios:

De aquel despecho y furibundo encono,
Es un símbolo débil e inexacto.
¡Tanto para ellos era doloroso
Perder su antiguo prepotente rango!

Era en verdad contraste lamentable
Que en dos bellos distritos comarcanos
La libertad del uno fuese el númen,
Del otro el despotismo desbocado.

Que al tiempo mismo en que los grandes héroes
Los derechos del hombre proclamaron,
Sátrapas altaneros confundían
El nombre de traidor y ciudadano.

Vosotros lo sabéis, oh compañeros,
Que en Crétaro afligidos apuramos,
Por causa tan gloriosa hasta las heces
El cáliz del dolor el más amargo:

¿Pero por qué turbar el placer puro
En que hoy revisan pechos mexicanos,
Con esos melancólicos recuerdos?
Porque sirven más bien para aumentarlo.

Salve mil veces padre de la patria.
Ínclito, pio, feliz y sabio Hidalgo,
Que firme descargaste el primer golpe
Al monstruo del poder más arbitrario:

Salve impávido Allende, dulce amigo,
Que al ídolo de tu alma, al suelo patrio
Hiciste el sacrificio de tu vida
Aun antes de que se hubiese consumado.

Aldama y Abasolo, ¡dulces nombres!
Por los déspotas solo detestados:
Nunca os olvidaremos, y primero
Que yertas se desequen nuestras manos.

¡Héroes! Ya es libre vuestra amada patria
Por quien hicisteis sacrificios tantos:
¿Y será que se pierdan, y que abyectos
A la infamante esclavitud volvamos?

¿Y será que la gloria y nuestro suelo
Nos roben alienígenas ingratos?
Es imposible, porque tal oprobio
No sufren vuestros manes venerados.

Estad siempre presentes a los ojos
De vuestros valentísimos soldados,
Y juntos recibid en este día
De amor y gratitud los holocaustos.

Juan Nepomuceno Mier y Altamirano.  
Diario del Gobierno de la República Mexicana. Viernes 16 de setiembre de 1836.

También disponible en el Catálogo de la Biblioteca y Hemeroteca Nacionales de México. Enlace: https://catalogo.iib.unam.mx/exlibris/aleph/a23_1/apache_media/FTLK9RPI9GNI4KJTMUNR78QSIPTN4P.pdf




10 de julio de 1809. Poema. Respuesta de Maromani Altieri (Juan Nepomuceno Mier y Altamirano) al Señor Mopso.

Respuesta de Maromani Altieri al Señor Mopso.

¿Por qué tan riguroso
cuando al sabio Mendívil elogiaba
y su eterno reposo
con lágrimas regaba,
por qué, Mopso, tu numen inflamado
siempre gracioso, y siempre delicado,
lleva a mal que mi pena,
cual suele se explicara,
cuando el alma enajena?
La pasión se declara
con frase exagerada y atrevida,
también es concedida
esta misma licencia
al poeta que llora su dolencia.
¿Pues cómo no querías
que así se interpretaran
las expresiones mías?
Ejemplos mil probaran
tales ponderaciones
proferidas en tales ocasiones.
¿Pero qué es lo que digo
si hablando estoy contigo.
que sabe bien la fuerza y energía,
y el idioma valiente
que habla la poesía?
Y así muy justamente
tribútense alabanzas y respetos
a los Maneiros, Bravos y Muretos,
pero también permite
que mi musa llorosa
a otros muchos imite,
y no sea cual la tuya escrupulosa.

Maromani Altieri. 
Diario de México, lunes 10 de julio de 1809.


«Mopso» era el pseudónimo o anagrama del Dr. Agustín Pomposo Fernández de San Salvador, quien escribió una crítica a Mier y Altamirano (Maromani Altieri), también en verso, que fue publicada el miércoles 5 de julio de 1809 en el Diario de México. En su escrito, Fernández de San Salvador (Mopso) criticaba a Mier y Altamirano (Maromani Altieri) por considerar que faltaba a la verdad, al sugerir que solo hasta Mendívil había vuelto a resurgir la elocuencia latina, pues antes habían existido también un Maneyro, un Bravo, un Uribe, y otros que hablaron como Tulios y Muretos. Así que con estos versos Mier y Altamirano le contestaba esa crítica.

El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.




10 de junio de 1809. Poema. Epitafio elogio de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano en honor a don Feliciano Pablo Mendívil, doctor en teología por la Real Universidad de México.

In laudem Foeliciani Pauli Mendivil & Sanchez

In Latio quondam fulsit Ciceronis in ore
eloquii numen: depellit Barbarus inde
exilio è longo ipsum Foeliciane reducis;
sed moriens infers tecum, condisque sepulcro.


Versión libre.

El numen que en un tiempo
del orador romano
brillaba majestuoso
en los facundos labios:
muy luego con afrenta
del Lacio fue arrojado,
apenas sus confines
los bárbaros pisaron.

Después de tantos siglos
de un destierro tan largo,
a su esplendor primero
lo vuelves Feliciano.
Mas ¡ay! que en tu sepulcro
¡desventurado sabio!
junto con tus cenizas
queda ya sepultado.

Maromani Altieri. 
Diario de México, sábado 10 de junio de 1809.


Epitafio elogio en honor a don Feliciano Pablo Mendívil, doctor en teología por la Real Universidad de México y catedrático de filosofía en el Real y Tridentino Colegio Seminario de México.

El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.




8 de octubre de 1807. Poema. Epitafio de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano en honor al Lic. P.D. Ramón Rincón.

Epitafio elogio en honor al Lic. P.D. Ramón Rincón

Juan Nepomuceno Mier y Altamirano escribió esta necrología y este epitafio que el Diario de México publicó el 8 de octubre de 1807.

Necrología

Grati simus in ejus morte decoranda, cui nullam jam aliam gratiam referre possumus. Cic. Phillip. IX.

Un sabio profundo, cuyo genio superior concilió dignamente las ciencias más escabrosas y sublimes con toda la amenidad de las bellas letras; un ciudadano ilustre, que sacrificó sus talentos a su patria y a su nación, haciendo a una y otra los más importantes servicios; un celoso y desengañado ministro de la religión, que por la dulcura de su doctrina, y la eficacia de su ejemplo, supo conducir por la senda de la perfección una multitud de almas; es justamente acreedor a que la posteridad honre su nombre y le ofrezca tributos de veneración y reconocimiento. Estos son los gloriosos títulos que harán en todos tiempos respetable la memoria del difunto Lic. P. D. Ramón Rincón. La sabiduría, el patriotismo y las virtudes serán inseparables del hermoso cuadro que nos represente su vida. Nos depondrán en favor de la primera, su brillante carrera, sus producciones y cuantos lograron oirle o consultarle. Su patria, Querétaro, recordará siempre a un noble republicano, que en los días floridos de su juventud, desempeño completamente los honoríficos cargos con que recompensó su mérito. Su ejemplar conducta y sus virtudes edificaron a todo México, y harán honor a la congragación de San Felipe, en donde florecio muchos años.  Mientras plumas más hábiles forman su elogio, seame permitido gravar sobre su lápida este epitafio. 


Oraclum, Patriae Splendor, Temploque Sacerdos.
Deficit: Ossa Jacent: Haec Raymundus Erat.

Versión libre

El oráculo sabio
con eterno silencio selló el labio:
robó el fatal momento
a la patria su gloria y ornamento.
En el santuario augusto
falta el ministro edificante y justo.
¡Todo esto era Ramón! hórrida parca
solo dejó sus huesos en esta arca.

Maromani Altieri. 
Diario de México, jueves 8 de octubre de 1807.

Epitafio elogio en honor al Lic. P.D. Ramón Rincón, fallecido el 19 de septiembre de 1807.

El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.