martes, 12 de septiembre de 2023

10 de julio de 1809. Poema. Respuesta de Maromani Altieri (Juan Nepomuceno Mier y Altamirano) al Señor Mopso.

Respuesta de Maromani Altieri al Señor Mopso.

¿Por qué tan riguroso
cuando al sabio Mendívil elogiaba
y su eterno reposo
con lágrimas regaba,
por qué, Mopso, tu numen inflamado
siempre gracioso, y siempre delicado,
lleva a mal que mi pena,
cual suele se explicara,
cuando el alma enajena?
La pasión se declara
con frase exagerada y atrevida,
también es concedida
esta misma licencia
al poeta que llora su dolencia.
¿Pues cómo no querías
que así se interpretaran
las expresiones mías?
Ejemplos mil probaran
tales ponderaciones
proferidas en tales ocasiones.
¿Pero qué es lo que digo
si hablando estoy contigo.
que sabe bien la fuerza y energía,
y el idioma valiente
que habla la poesía?
Y así muy justamente
tribútense alabanzas y respetos
a los Maneiros, Bravos y Muretos,
pero también permite
que mi musa llorosa
a otros muchos imite,
y no sea cual la tuya escrupulosa.

Maromani Altieri. 
Diario de México, lunes 10 de julio de 1809.


«Mopso» era el pseudónimo o anagrama del Dr. Agustín Pomposo Fernández de San Salvador, quien escribió una crítica a Mier y Altamirano (Maromani Altieri), también en verso, que fue publicada el miércoles 5 de julio de 1809 en el Diario de México. En su escrito, Fernández de San Salvador (Mopso) criticaba a Mier y Altamirano (Maromani Altieri) por considerar que faltaba a la verdad, al sugerir que solo hasta Mendívil había vuelto a resurgir la elocuencia latina, pues antes habían existido también un Maneyro, un Bravo, un Uribe, y otros que hablaron como Tulios y Muretos. Así que con estos versos Mier y Altamirano le contestaba esa crítica.

El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.




10 de junio de 1809. Poema. Epitafio elogio de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano en honor a don Feliciano Pablo Mendívil, doctor en teología por la Real Universidad de México.

In laudem Foeliciani Pauli Mendivil & Sanchez

In Latio quondam fulsit Ciceronis in ore
eloquii numen: depellit Barbarus inde
exilio è longo ipsum Foeliciane reducis;
sed moriens infers tecum, condisque sepulcro.


Versión libre.

El numen que en un tiempo
del orador romano
brillaba majestuoso
en los facundos labios:
muy luego con afrenta
del Lacio fue arrojado,
apenas sus confines
los bárbaros pisaron.

Después de tantos siglos
de un destierro tan largo,
a su esplendor primero
lo vuelves Feliciano.
Mas ¡ay! que en tu sepulcro
¡desventurado sabio!
junto con tus cenizas
queda ya sepultado.

Maromani Altieri. 
Diario de México, sábado 10 de junio de 1809.


Epitafio elogio en honor a don Feliciano Pablo Mendívil, doctor en teología por la Real Universidad de México y catedrático de filosofía en el Real y Tridentino Colegio Seminario de México.

El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.




8 de octubre de 1807. Poema. Epitafio de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano en honor al Lic. P.D. Ramón Rincón.

Epitafio elogio en honor al Lic. P.D. Ramón Rincón

Juan Nepomuceno Mier y Altamirano escribió esta necrología y este epitafio que el Diario de México publicó el 8 de octubre de 1807.

Necrología

Grati simus in ejus morte decoranda, cui nullam jam aliam gratiam referre possumus. Cic. Phillip. IX.

Un sabio profundo, cuyo genio superior concilió dignamente las ciencias más escabrosas y sublimes con toda la amenidad de las bellas letras; un ciudadano ilustre, que sacrificó sus talentos a su patria y a su nación, haciendo a una y otra los más importantes servicios; un celoso y desengañado ministro de la religión, que por la dulcura de su doctrina, y la eficacia de su ejemplo, supo conducir por la senda de la perfección una multitud de almas; es justamente acreedor a que la posteridad honre su nombre y le ofrezca tributos de veneración y reconocimiento. Estos son los gloriosos títulos que harán en todos tiempos respetable la memoria del difunto Lic. P. D. Ramón Rincón. La sabiduría, el patriotismo y las virtudes serán inseparables del hermoso cuadro que nos represente su vida. Nos depondrán en favor de la primera, su brillante carrera, sus producciones y cuantos lograron oirle o consultarle. Su patria, Querétaro, recordará siempre a un noble republicano, que en los días floridos de su juventud, desempeño completamente los honoríficos cargos con que recompensó su mérito. Su ejemplar conducta y sus virtudes edificaron a todo México, y harán honor a la congragación de San Felipe, en donde florecio muchos años.  Mientras plumas más hábiles forman su elogio, seame permitido gravar sobre su lápida este epitafio. 


Oraclum, Patriae Splendor, Temploque Sacerdos.
Deficit: Ossa Jacent: Haec Raymundus Erat.

Versión libre

El oráculo sabio
con eterno silencio selló el labio:
robó el fatal momento
a la patria su gloria y ornamento.
En el santuario augusto
falta el ministro edificante y justo.
¡Todo esto era Ramón! hórrida parca
solo dejó sus huesos en esta arca.

Maromani Altieri. 
Diario de México, jueves 8 de octubre de 1807.

Epitafio elogio en honor al Lic. P.D. Ramón Rincón, fallecido el 19 de septiembre de 1807.

El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.




7 de mayo de 1807. Poema. Epitafio de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano en honor al canónigo y maestro Juan Antonio Bruno.

Este es el mensaje y el epitafio que Juan Nepomuceno Mier y Altamirano, identificado con el anagrama Maromani Altieri, envió al editor del Diario de México luego de la muerte del doctor y maestro Juan Antonio Bruno, dignidad de maestreescuela de la Santa Iglesia Metropolitana y carcelario de la Real Universidad, nacido en la Villa del Moral de Calatrava, España, llegado a la Nueva España en 1772, y fallecido allí el 23 de abril de 1807 a las once y media de la mañana, antes de cumplir 61 años.

Si el honor y la gloria son la justa recompensa de las bellas acciones, el hombre benéfico, compasivo, vivamente sensible a las desgracias de sus semejantes, y  pronto a remediarlas, es sin duda digno de nuestros eternos elogios. He aquí un  un retrato fiel del difunto canónigo Dr. y Mtro. Don Juan Bruno. Las lágrimas de una multitud de pobres, entre quienes distribuía generosamente sus cuantiosas  rentas, privándose muchas veces aun de lo necesario, para el esplendor de su carácter, serán en todos tiempos un ilustre testimonio de su inagotable beneficencia. El  necesitado, el  huérfano y la viuda encontraron siempre en su tierno y caritativo corazón un hermano, un padre y un esposo que consolaba sus miserias. Bajo esta idea ofrezco a usted, señor editor, ese epitafio, que supongo grabado sobre el  mármol que cubre sus respetables cenizas. 

Epitaphium.

Quaeritis? En Fratis, Sponsi, tenerique parentis
tristes exuvias, urna sed una tegit.
In miseros uno tales sub pectore junxit
affectus pietas: Hic BRUNO nempé faces.

Versión

¿Deseas saber, piadoso caminante,
qué contiene ese túmulo funesto?
De un tierno padre, de un esposo amante,
y de un hermano el miserable resto:
tal conjunto de afectos, es constante,
que en solo un corazón estaba puesto
en favor del más pobre y desvalido... 
Yace aquí BRUNO a polvo reducido.

Maromani Altieri. 
Diario de México, jueves 7 de mayo de 1807.

Epitafio en honor al canónigo, doctor y maestro, Juan Antonio Bruno, dignidad de maestreescuela de la Santa Iglesia Metropolitana y carcelario de la Real Universidad, fallecido antes de cumplir 61 años, el 23 de abril de 1807.

El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.






25 de marzo de 1807. Poema. Soneto de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano titulado «Verbum caro factum est, et habitavit in nobis».

Verbum caro factum est, et habitavit in nobis.  
Joan. Cap. 1.


¡Infeliz primer hombre! Tu existencia
será el funesto don de un Dios airado,
la maldicón, la muerte, y el pecado,
dejarás a tus hijos en herencia.

¡Infeliz! Pero no, que la clemencia
de aquel que con sus manos te ha formado,
a más de haber tu culpa perdonado,
de tu ser ennoblece la excelencia.

La Majestad terrible, inexorable,
al castigo del ángel delincuente,
te dio de su piedad prueba palpable.

Es así, pues el mismo Omnipotente
se vistió nuestra carne miserable,
y habitó con nosotros juntamente.


J. N. Mier y Altamirano
Diario de México, miércoles 25 de marzo de 1807.


El 25 de marzo, la Iglesia Católica celebra el día de la Anunciación o de la Encarnación del Divino Verbo, por estar ubicado a nueve meses del 25 de diciembre, o día de la Navidad. En 1807, ese día fue también Miércoles Santo, o miércoles de la Semana Santa. 

El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.




10 de enero de 1807. Poema. Soneto de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano publicado en el Diario de México.

Soneto.


Yo adoré a Celia, y Celia con traiciones
ofendió mi lealtad; rompió perjura
los lazos con que un tiempo la ternura
ligó nuestros amantes corazones.

De mi pecho en las dulces efusiones
idolatré de Lisis la hermosura;
pero ella siempre inexorable, y dura
despreció de mi amor las oblaciones.

La amistad, y la fe tal vez violaron
mis mejores amigos, y más gratos,
y todos sus deberes olvidaron:

Si así fueron burlados mis conatos,
y tales son los premios que alcanzaron:
mi destino es amar a los ingratos.

Maromani Altieri. 
Diario de México, sábado 10 de enero de 1807. 


El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.




7 de abril de 1806. Poema. Soneto de Juan Nepomuceno Mier y Altamirano dedicado a su amigo Juan María Wenceslao Sánchez de la Barquera (Barueq).

Soneto dedicado al Caballero Barueq. *


Cuando al suelo Minerva descendía,
Tomando por disfraz un rostro humano,
El grave aspecto de un maduro anciano
A su deidad de velo la servía:

Así al hijo de Ulises conducía,
Formando su razón desde temprano,
Para que los cultivos de su mano
Diesen frutos de honor en algún día.

Mudó de parecer la sabia Diosa,
Ni arada frente, ni nevada cana
Ocultan ya su ciencia luminosa:

Para instrucción de la niñez indiana
En la forma de un Joven vigorosa
Convierte su belleza soberana.

J. N. M. A. 
Diario de México, lunes 7 de abril de 1806.

*Barueq era uno de los pseudónimos o anagramas del licenciado Juan María Wenceslao Sánchez de la Barquera (1779-1840), quien, como Juan Nepomuceno Mier y Altamirano, también era oriundo de Querétaro, había estudiado derecho a la Ciudad de México, y había logrado que varios de sus escritos fueran publicados en el Diario de México, incluida su Anecdota Moral, publicada el 6 y 7 de enero de ese 1806.

El licenciado Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (1780-1845), además de abogado y juez, fue un poeta que publicó varios poemas y los firmó tanto con su nombre completo, como con las iniciales J. N. M. A., o con el anagrama Maromani Altieri.