Jueves, 24 de junio de 1830. El peródico oficial, Registro Oficial del Gobierno de los Estados-Unidos Mexicanos publica una semblanza del licenciado Miguel Domínguez, quien falleció el 22de abril de ese año. No se menciona el autor de la semblanza por lo que tal vez pudiera atribuisele al editor del periódico.
NOTICIA BIOGRÁFICA DEL SEÑOR DOMÍNGUEZ.
Nació el Sr. D. Miguel Domínguez en México el día 20 de enero de 1756, y dos meses después de su nacimiento se radicó su familia en la ciudad de Guanajuato, en la que recibió su primera educación, pasando a estudiar filosofía al colegio de S. Nicolás de Valladolid: después se trasladó al colegio de S. Ildefonso de esta ciudad a estudiar Jurisprudencia teórica, y la práctica en el estudio del célebre jurisconsulto D. Luis Galeano. El año 1786 se matriculó en el colegio de abogados, ejerciendo esta profesión con mucho concepto y aprecio público, desempeñando comisiones delicadas del gobierno y tribunales superiores hasta el año de 1790 en que sin solicitud ni pretensión alguna, fue llamado por el virrey conde de Revilla Gigedo para que sirviese de oficial mayor de gobierno y secretario de la junta superior llamada de real hacienda, cuyos empleos desempeñó en los gobiernos de los virreyes Revilla Gigedo, Branciforte, Azanza y Marquina, mereciendo de ellos y del público la más distinguida consideración.
El año de 1801 con la mira de arreglar la provincia de Querétaro, sistemar su gobierno político y aquietar la exaltación de los ánimos, ocasionada por empeñosos litigios que tenía el ayuntamiento de aquella ciudad, se le nombró también sin pretenderlo, por D. Félix Berenguer de Marquina, corregidor letrado de ella y su jurisdicción, siendo este el único corregimiento de letras que existía en la llamada Nueva España, y el cual exigía para su aprobación, en la corte de Madrid, propuesta por el consejo y cámara de Indias, habiendo obtenido su nombramiento la aprobación real y orden expresa para que continuase en aquel corregimiento hasta que se le mejorase destino.
Por su nombramiento se consiguió en efecto quedaran arreglados los ramos de la administración de esta provincia, concluidos de un modo satisfactorio aquellos litigios y segregada del conocimiento de la intendencia de México. Gobernándola advirtió el Sr. Domínguez el abuso que se hacía por los dueños de obrajes o fábricas de tejidos de algodón de la libertad de los llamados indios y castas, pues a pretexto de que les hacían un suplemento de diez a veinte pesos, los encerraban sin permitirles salir fuera de los obrajes hasta que quedaba cubierta aquella cantidad con el abono de un real diario, que lo hacían durar los fabricantes mucho tiempo, en términos de que había hombre que permanecía en esta esclavitud hasta veinte años, porque cuando ya estaban próximos a saldar su cuenta, les hacía nuevo suplemento para asegurarlos, originándose de estos hechos la más torpe inmoralidad, porque permitiéndose a los operarios casados que entrasen por las noches sus mujeres, por adquirir dinero para conseguir su libertad o fomentar los vicios que practicaban encerrados, siendo entre ellos el crimen de sodomía, hacían dentro de los mismos obrajes un comercio criminal con sus propias mujeres. Hizo representaciones muy enérgicas al gobierno hasta lograr se diese una resolución general, prohibiéndose no solo en la ciudad de Querétaro, sino en todos los pueblos de la república que los dueños de obrajes, panaderías, tocinerías y demás fábricas bajo ningún pretexto tuviesen forzados ni pudiesen suplirles o adelantarles cosa alguna.
El año de 1805, a la sazón que el despotismo español estaba reduciendo a la miseria a multitud de familias, paralizando los giros todos en que consistía la riqueza del país, con el ominoso proyecto de consolidar los capitales de obras pías, vino a curarse a la ciudad de México, y lo solicitó el respetable tribunal de minería por el concepto que sus luces le merecieron, a que dirigiese la representación del tribunal contra aquel proyecto: la formó, y por la solidez de sus discursos se logró la suspensión, a pesar de haberse desentendido el gobierno de los clamores de la mitra de Valladolid, algunas corporaciones de Veracruz y de otras muchas capitales. Este importante, servicio, si bien le captó la estimación y aprecio de los americanos dándolo a conocer en todas partes, no dejó de ocasionarle el encono y persecución del virrey que le despojó de su empleo de corregidor, obligándolo a hacer empeñosos recursos a la corte, que a virtud de ellas hubo de aprobar se suspendiese la consolidación mandando fuese restituido a su destino.
En él fue tanta su pureza, que estando obligados los corregidores y jueces a entregar por producto de tributos, el valor de la matrícula que se formaba de cada una de las jurisdicciones, no se ha dado ejemplar de que uno entregase cantidad alguna de exceso, porque cuando la había, todos se creían con derecho a hacerla suya por la obligación en que estaban de reponer lo que no podía celebrarse; mas el Sr. Domínguez ha dejado documentos que acreditan haber entregado algunos miles de pesos, sobrantes de tributos; y existen otros de haber puesto en las tesorerías de hacienda aun cantidades muy pequeñas de bienes mostrencos.
El aprecio público lo graduó en términos de que la provincia de Guanajuato lo nombró diputado al primer congreso de España, y también fue electo entre los americanos que so insacularon para el sorteo de uno del país qué había de ser miembro de la regencia española.
Los intendentes de Guanajuato, S. Luis Potosí y Valladolid y los prelados y definitorios de la ciudad de Querétaro, le hacían repetidas consultas, y se sujetaban a su dirección en asuntos muy graves.
El año de 808, cuando el rey de España marchó a Francia, y quedó en anarquía la Península, promovió en el ayuntamiento de Querétaro se manifestase al gobierno de México había llegado la vez de mejorar la suerte de la América convocando un congreso en México, y desobedeciéndose todas las juntas y gobiernos intrusos de España. Estaba leyéndose en cabildo pleno la representación que formó al efecto, cuando llegó por extraordinario la noticia de la prisión del virrey Iturrigaray, y valiéndose dos capitulares de la oportunidad del correo que traía la contestación de aquel suceso a esta ciudad, denunciaron a su corregidor, a quien se le pidió por el virrey la representación.
Vino esta, y a pesar de que en ella se promovían los mismos puntos que habían dado causa a la prisión del virrey y otros particulares, fue tal la sorpresa del acuerdo al leerla, que le concedió la consideración de preguntarle si al formarla había tenido presentes dos leyes de la Recopilación de Castilla que le citaron, y cuyo sentido expuso de un modo tan satisfactorio y convincente en favor de aquellas opiniones, que se limitaron el gobierno y el acuerdo a prevenirle las reservase sin comunicarlas a persona alguna.
En seguida de estos sucesos, se resolvió el Sr. Domínguez a procurar la independencia de su patria, y al efecto se puso de acuerdo con los primeros héroes de ella, teniendo varias sesiones en su casa para extender los planes con los Sres. Hidalgo, Allende etc., formando a efecto la primera proclama que se publicó. Esto resulta comprobado en las declaraciones que dieron en Chihuahua el mismo Allende y D. Mariano Abasolo y existen en la cámara de senadores. En el mes de' setiembre de 810 se le puso preso y a toda su familia por este participio, y aunque a pocos días se le dio libertad, ella fue una consecuencia de las reclamaciones que hicieron los gobernadores de las repúblicas de indígenas de la provincia, que tan luego como llegaron a entender la prisión de su corregidor, se pusieron en marcha con multitud de gente a Querétaro y pidieron al juez la persona de su jefe. Esta conmoción hija del amor, duró en todas épocas y contenía a los gobernantes españoles, hasta que la absoluta decisión de la señora Domínguez para obrar sin disimulo por la independencia, hizo que los comerciantes españoles reunidos representasen repetida y enérgicamente, sobre lo nocivo que era a la causa del rey la permanencia en aquella ciudad del Sr. Domínguez y su esposa, lo que ocasionó se le separase de ella, haciendo viniese a la capital con toda precipitación y abandonando su casa y cortos bienes. Su salida de Querétaro le hará un eterno honor, porque desde su casa hasta la garita se reunió un inmenso pueblo, que con lágrimas de dolor manifestaban el aprecio que le tenían, y lo llenaban de bendiciones a pesar de la opresión de los, gobernantes.
En esta capital sufrió una desecha persecución, animada por el dinero del comercio de Querétaro y sostenida por el gobierno, privándolo de sus sueldos a la sazón que sus trabajos y padecimientos lo tenían ya privado de la vista. México lo veía cargado de servicios, perseguido de mil modos y con su esposa en reclusión, caminar por las calles, apoyado de un lazarillo buscando arbitrios para sostener su crecida familia, compuesta de mujer y catorce hijos, diez jóvenes doncellas y cuatro varones que por su edad no podían auxiliarlo.
Luchó con la suerte y la desgracia seis años, hasta que se logró la independencia; y habiendo recuperado la vista, por la extracción de la catarata que le hizo el diestro facultativo D. Miguel Muñoz, tuvo el placer que da la virtud recibiendo de sus más decididos enemigos, continuas visitas y pruebas de su arrepentimiento, mereciendo que el consejo de estado y que el gobierno imperial lo nombrase ministro del supremo tribunal de justicia, que no tuvo efecto por la variación del sistema; pero el mismo congreso lo eligió para individuo del supremo poder ejecutivo, que sirvió dieciocho meses. Establecida la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, las legislaturas en su mayoría lo nombraron para ministro de la corte suprema de justicia, recayendo en él por elección del mismo congreso la primera presidencia del tribunal de que fue decano y en que sirvió cuatro años sin desmentir el buen concepto que en todos tiempos ha merecido, justificado con el respeto que han tributado a sus virtudes los hombres de todos los partidos en que por desgracia ha estado dividida la república, aún en los excesos de su mayor exaltación. Falleció el día 22 de abril a las nueve de la mañana, dejando siete hijas doncellas sin bienes, porque en sus padecimientos perdió los que había adquirido, y sin más apoyo que el que pueda ministrarles el amor fraterno.