miércoles, 18 de enero de 2023

24 de septiembre de 1845. El periódico El Veracruzano Libre reproduce la nota «Apuntes para la historia» del periódico La Opinión, de Querétaro, que menciona la participación de Juan Nepomuceno Altamirano en la conspiración de 1810.

24 de septiembre de 1845. El periódico El Veracruzano Libre reproduce la nota «Apuntes para la historia»  del periódico La Opinión, de Querétaro, del 11 de septiembre del mismo año, en la cual se menciona la participación del licenciado Juan Nepomuceno Altamirano (también Juan Nepomuceno Mier y Altamirano) en la Conspiración de Querétaro, y critica la versión escrita en el libro Ensayo Histórico de las Revoluciones de México, de Lorenzo Zavala. Esto sucede cuando el licenciado Altamirano está aún vivo, y es uno de los pocos sobrevivientes del evento para esa fecha.

La nota indica lo siguiente:

QUERETARO. 11 DE SETIEMBRE.

Apuntes para la historia. 

En el «Ensayo Histórico de las Revoluciones de México», escrito por don Lorenzo Zavala, hemos leído, en el tomo 1°, fascículo 52, el párrafo siguiente: «El cura del pueblo de Dolores don Miguel Hidalgo y Costilla concibió la vasta y atrevida empresa de ponerse a la cabeza de una revolución cuyas consecuencias el mismo no podía conocer. Había invitado a varias personas, y estaba de acuerdo con el coronel Allende, con el capitán Abasolo y otros pocos hombres de importancia. Era imposible que pudiese ocultarse una trama de tanta trascendencia a la vigilancia del gobierno, y el corregidor Domínguez tuvo órdenes de la audiencia para proceder inmediatamente a la aprehensión de los referidos y formar las causas. Dos cosas contribuyeron a que no se ahogase en su nacimiento está revolución: La lentitud con que obró el corregidor Domínguez, que se puede muy bien atribuir a su simpatía por los patriotas y por su causa, y el aviso oportuno que por vía extraordinaria dio la esposa del corregidor al cura Hidalgo y a don Miguel Allende. De manera que, mientras el corregidor de Querétaro extendía sus órdenes, practicaba diligencias y se disponía a obrar, el cura y sus compañeros dieron el grito en la noche del 16 de septiembre de 1810». 

Así se expresa el autor y no encontramos en su narración la exactitud y la crítica que exige la historia. El capitán don Ignacio Allende no era coronel, ni se llamaba Miguel; Vivía en San Miguel El Grande, de la intendencia de Guanajuato, era militar...

(Ilegible).

…temas que contenía la Nueva España …
…una junta de seguridad que desconociese la junta central de Madrid, por la desconfianza que de ella se tenía, y el pronunciamiento debieron haberlo verificado los ayuntamientos por el mes de febrero de 1811, auxiliados por las guarniciones militares a cuyo fin se trabajaba con asiduo empeño. Pero fa…to el plan se desconcertó por lo que relataremos brevemente.

El día 13 de septiembre de 1810 por la noche a consecuencia de una riña que trabaron el sargento Eugenio Moreno y José María, el cohetero, con Francisco Araujo, y su compañero Ramón Alejo Rincón, resultó muerto el primero y mal herido el segundo. El 14 por la mañana fue reducido a prisión ahora ajo y poco de estar en la cárcel pidió al juez una audiencia privada asegurando que era de mucho interés. Se le saco de la cárcel con tal motivo y estando en presencia del juez dijo que descubriría un gran secreto si se le perdonaba la vida por el crimen que había cometido en la noche anterior.  el juez a precaución oficio al corregidor y al comandante de brigada suplicándoles que concurriesen a presenciar aquel acto que le parecía de mucha importancia. Concurrieron en efecto. Conferenciaron todo el día sobre este punto y a fin acordaron que se le concediese al reo lo que pedía si el denuncio era cosa en que se interesa hace la seguridad pública. Descubrió entonces que su cuñado don Epigmenio González, comerciante de pulpería en esta capital, proyectaba una Revolución contra los españoles para cuyo fin tenían su propia casa municiones, armas de fuego, machetes y lanzas. Luego que se supo esto, el alcalde primero, don Juan Ochoa, a las 10 de la noche, procedió a la prisión de do Epigmenio, de su hermano don (Emeterio)…

(Ilegible).

…de Santiago… 
…de marzo del año…
… redujo a presión y se le… correspondiente porque no tuvo parte ninguna…
…los bienes todos de don Epigmenio… 
…ocultaron pues y otros se salieron fuera para escapar del riesgo en que estaban. (Hacemos) aquí una honrosa mención de los que en su fuga hicieron un servicio importante a la causa pública. Fue el primero don Francisco Lojero, radicado hoy en Matamoros, y el segundo don Ignacio Pérez, actual alcaide de la cárcel, que salieron ambos el mismo día 15 de su motu propio y sin mutua combinación, para San Miguel El Grande el primero, y para el pueblo de dolores el otro, a dar cuenta los ilustres caudillos Hidalgo y Allende de lo que pasaba en Querétaro. Pérez llego a la villa a la oración de la noche y no estando allí el señor Allende porque ese mismo día había marchado a Dolores vio al capitán don Juan Aldama, le comunico el objeto que lo había puesto en camino, y sin detención salieron ambos para el repetido pueblo de Dolores. llegaron entre doce y una de la noche y encontraron reunidos en el cuarto a los señores Hidalgo, Allende, capitán Abasolo y a un correo de apellido Mendoza, que de México había enviado el Marqués de San Juan de Rayas avisando al Señor Allende que ya el virrey tenía noticias noticia de la conspiración que se tramaba y que se le había comunicado, por un anónimo procedente de Querétaro. Este aviso y las noticias de don Ignacio Pérez pusieron sobre ascuas a los señores Hidalgo y Allende y al momento dieron el memorable grito de libertad con poquísima gente y se procedió a la prisión de los españoles que estaban radicados en aquel pueblo.

El día 16 (después diremos lo que sucedió en Querétaro el día 15) en la mañana se reunieron en Dolores unos 500 hombres de a pie y de a caballo…

(Ilegible).

…el señor Hidalgo se quedó Y solo el capitán Allende vino a ella con Pérez que la acompañaba cuando esté campeón ilustre se presentó al cuartel. El sargento mayor don Manuel Camoñes, español, tenía ya ordenada la tropa para prenderlo, pero fueron burladas sus esperanzas. Apenas dijo Allende: «Dragones, ¡viva la patria! El que (desee) seguirme en la grandiosa (empresa que) me ocupa, salga enfrente con su caballo». Todos los que estaban formados dieron un paso adelante por un movimiento rápido y uniforme; y el sargento mayor fue preso en el acto; y aunque era un militar valiente, le anonado está peripecia trágica que había estado muy distante de su previsión.

Mientras esto pasaba en el cuartel, se reunieron en las casas reales el señor cura del lugar, el señor Bellogín, alcalde mayor, de señor coronel Canal, los reverendos padres del oratorio y los españoles. Se encamino para ellas el capitán Allende con la tropa y se encontró con las puertas cerradas, pero el párroco salió al balcón y después de un largo debate propuso que se entregarían las personas de los españoles si se garantizaban sus vidas y sus intereses. Así se hizo y todo concluido sin desgracia alguna se le aviso al señor Hidalgo que ya los europeos estaban en el Loreto y la tropa toda a su disposición; que abrazara sin cuidado alguno, y así se verificó. Estos fueron los primeros movimientos políticos que le dieron el ser que hoy tiene a la república mexicana. Hablemos de Querétaro. 

Don Joaquín Arias, capitán del regimiento de Celaya, era uno de los comprometidos en la revolución y estaba destinado para dirigir en Querétaro el pronunciamiento, que como hemos dicho debió haberse verificado en el mes de febrero. Pues este militar cobarde, sobrecogido de miedo por la prisión de don Epigmenio, y creyéndose perdido, resolvió entregar a sus compañeros y de acuerdo con el comandante de brigada don Ignacio García Rebollo, y del alcalde 1° don Juan Ochoa, puso un oficio a las seis de la tarde del día 15 en que le decía al…

(Ilegible).

…Señor comandante de brigada Don Ignacio García Rebollo. 

A consecuencia de esto lo fue a atender el mayor de plaza, don José Alonso, a quién le entregó una lista de los que estaban comprendidos en la conspiración que tramaban el cura Hidalgo y el capitán Allende. Vista la nómina, se determinó la prisión de los que estaban en el poblado, y se mandó disponer una partida de cuarenta hombres que al día siguiente fuese a prender a don Ignacio Allende; y en efecto salió dicha partida al mando del teniente de dragones de México don Manuel Cabrera. Este oficial llego a San Miguel a las cinco de la tarde del día 16, supo por Camañes lo que había pasado en Dolores la noche anterior, y que los sublevados estaban al llegar a la villa, y al momento sin pensar en otra cosa, contramarchó para esta capital. Los presos del día 15 fueron los siguientes:

El corregidor don Miguel Domínguez, su esposa doña Josefa Ortiz de Domínguez, bachiller don José María Sánchez, licenciado don Domingo Lazo de la Vega, licenciado don Juan Nepomuceno Altamirano, licenciado don Lorenzo Parra, don Antonio Téllez, teniente don José María Cabeza de Vaca, el guatemalteco oficial don Luis Pérez, creyendo que era don Ignacio.

La lista era numerosa y contenía personas muchas de otros lugares; pero por lo que hace a Querétaro debían haber sido presos el doctor don Manuel Iturriaga, prebendado de Valladolid, y el capitán Valenzuela, pero el primero había sido sepultado el día 14 en la venerable congregación, y el segundo estaba en Jerécuaro, y tuvo lugar de unirse a los pronunciados. El capitán Arias no supo de otros varios comprometidos y por eso se escaparon de la prisión don Juan José García y Enríquez, don Ramón Covarrubias, reverendo padre don Dimas de Lara, prepósito de San Felipe, don Ignacio Villaseñor y Aldama, don Ignacio Camargo, don Luis Sánchez Velázquez, don Isidro Velasco Enríquez, don Jorge Guillén y muchos otros que con el transcurso del tiempo se nos han ido de la memoria.

(Ilegible).

…los ayuntamientos renovados en diciembre, por mitad criollos y europeos, habrían hecho la revolución sin estrépito, sin sangre, sin desgracia ninguna; pero descubierto todo y en peligro inminente de perder la vida en un cadalso, no solo los caudillos, sino infinidad de hombros repartidos en la Nueva España, era preciso en tan estrecho caso, mover las masas y hacer una revolución popular, ya que no podía contar con los ayuntamientos en aquellos instantes para hacerle política. Entre morir ignominiosamente o abrazar este partido no había medio, y era menester abrazar uno de los dos extremos, y en verdad Que ni el más estúpido del mundo adoptaría el primero. Hacemos esta indicación para indicar a nuestros primeros jefes, de quienes dice don Lorenzo Zavala que cometieron su atrevida empresa sin plan ninguno razonable, y sin previsión de los resultados. ¿Sin prever los resultados? Ellos dijeron muchas veces: «Vamos a morir sin hacer la independencia, pero la harán nuestros pósteros. La tiranía tiene sus periodos fijos, y el amor a la libertad es inherente al hombre y obra como el rayo cuando se pone en movimiento. Sepan los americanos lo que pueden unidos, y ellos tarde o temprano serán libres». Así se expresaban en sus conversaciones y en sus proclamas, y el señor Zavala debería haber respetado las luces de esos grandes hombres, así como elogia sus heroicos sentimientos. Podría, en fin, no haber olvidado que los hombres perseguidos no tienen otro plan que salvar de los riesgos a todo trance, como él supo hacerlo el año de 1828 de pésima memoria. Para concluir, diremos dos palabras de don Epigmenio González.

Este queretano respetable, por amor a su patria, perdió la libertad, sus intereses todos, y sufrió una presión de veintisiete años, parte en esta cárcel y parte el Manila, en donde estuvo de presidiario hasta que España reconoció la independencia, que agobiado por el peso en las necesidades volvió a su país, y hoy vive en la capital de Jalisco, manteniéndose módicamente de su personal trabajo y…

(Ilegible).

…le señaló una pensión de mil doscientos pesos anuales, y como se ignoraba su paradero, en cuenta de ella se estuvieron dando a su hermana cincuenta pesos mensuales hasta que falleció. Hoy que podría reclamar los bienes que le embargaron en 1810, no mueve sus labios. Tal es su moderación.

Más adelante daremos razón de la ulterior conducta del capitán Arias (La Opinión).


Fuente: (1845, Septiembre 24). Page 3. El Veracruzano libre. https://gpa.eastview.com/crl/irmn/newspapers/verl18450924-01.1.3

Fragmento de la página 2, del ejemplar del periódico El Veracruzano Libre del 24 de septiembre de 1845.

  Fragmento de la página 3, del ejemplar del periódico El Veracruzano Libre del 24 de septiembre de 1845.






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