24 de abril de 1830. En el periódico La Voz de la Patria, en su número 25, tomo II, páginas 6 a la 8, se publica una Necrología del Lic. Miguel Domínguez, escrita por quien firma como C. M. B.
NECROLOGÍA
La mañana del dia 22 del corriente murió en esta capital el Señor Licenciado D. Miguel Domínguez. originario de Guanajuato y ministro de la suprema corte de justicia: su cadáver se ha sepultado en el panteón de la colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe.
Cuando comenzó la carrera de la abogacía se hizo un lugar distinguido éntre los profundos jurisconsultos de aquella era, y destinado de oficial mayor en uno de los oficios del gobierno vireinal, se condujo con tanta sabiduría como integridad en este empleo, del que fue removido para el corregimiento de letras de Querétaro. Luego necesitó desarrollar allí toda su prudencia y energía en obsequio de la humanidad altamente ultrajada: visitó los obrajes de paños de aquella ciudad, y vió por vista de ojos que eran unos depósitos de hombres encueros, reducidos a una vergonzosa servidumbre y vendidos a sus dueños por rateras cantidades suplidas, abusando de su estrechez y miseria, y que no pocos eran tratatados como si remasen en las galeras de Italia. Entró la mano protectora de las leyes para su remedio, y formó reglamentos, pero se le opuso tenazmente una banda de ricos propietarios que le declararon guerra abierta en el Acuerdo de oidores. Domínguez solo, pero armado con el escudo de la justicia, e invocando los fueros de la humanidad y libertad ultrajadas, sostuvo una lid desigual en la que a despecho del oro y de las arterías del foro, triunfó completamente. A poco de esta ocuirencia el virrey Iturrigaray lo suspendió del corregimiento de Queretaro tan solo porque había representado sabiamente que la consolidación de obras pias, iba a destruir la minería, a arruinar la agricultura, a paralizar el comercio, y a dar un ataque cruel a las propiedades. Queríase una obediencia pasiva y que se obedeciesen sin réplica las órdenes dictadas a nombre de un monarca que tal vez la ignoraba. Oyéronse las quejas de Dominguez en el ministerio, y fue repuesto a su empleo; pero sus enemigos no tardaronen suscitarle una nueva y mas terrible persecusion: trataron de enodarlo en el proceso comenzado a formar contra los generales Hidalgo y Allende, porque entendieron que estaba en el secreto del grito de Dololes; por tanto lo arrestaron con toda su familia, y le formaron causa en Queretaro; en breve se desengañaron de que habían dado el golpe en vago, porque Domínguez tan íntegro magistrado como fiel amigo había llenado cumplidamente los deberes de lo uno|y de lo otro. Por semejantes motivos la patria en los dias más difíciles en que pudo verse, volvió sus ojos a D. Miguel Domínguez en 1823 y lo colocó en el supremo poder ejecutivo. Mostróse allí cual era, es decir, sabio, íntegro y profundo político: dirigió y llevó con destreza la nave del estado a puerto de salvamento, y cuando se retiró al seno de su familia, fue llevándose las bendiciones de sus conciudadanos. Pronto se le turbó en esta momentánea quietud, pues se le trasladó al supremo tribunal y corte de justicia de que fue su primer presidente. La magistratura se vio honrada en la persona de este benemérito anciano; su aspecto venerable atraía la vista del que le contemplaba, y la admiración subía de punto al oírsele pronunciar con la facilidad que un arroyo desguaza sus aguas limpidísimas, los oráculos de sabiduria y justicia en los asuntos mas difíciles y complicados: la sinceridad estaba en su corazón, la sabiduria en su cabeza, y la verdad en sus palabras: parecía á Jetró cuando con sus sentencias admiraba á Israel, y hacia que bendijese el pueblo el cambio de su gobierno.
A pesar de tanta justificación, hace un año que una facción desorganizadora regentada por un mal ministro que la acaudillaba, trató de derrocar a Domínguez de aquel asiento de honor en que se veía colocado por tantos y tan legítimos títulos. Vistióse la calumnia con los arreos de la verdad, y osó mancillarlo; pero apenas se presenta Domínguez ante el jurado que lo emplaza, apenas desplega sus labios cuando los destinados a juzgarlo enmudecen, quedan convencidos, y confiesan que en aquel israelita no hay dolo, sino sinceridad, honor, sabiduría y buena fe; si alguna vez pecó fue por demasiado clemente. Retirase a su casa, herido su pundonor y con el pesar de la muerte de su esposa, ocurrida casi en aquella sasón, comienza a padecer en su salud: crueles dolores en la orina lo postran, y en el lecho del dolor muestra su filosofía, y multiplica las pruebas de su piedad y catolicismo: recibe con frecuencia al señor que lo vá a premiar con todo el peso de su gloria: comulga en el mismo día en que ve impávido y de buen humor acercarse a la muerte, llama á su numerosa familia, la exhorta a la virtud, la consuela, la bendice, y muere cual otro Jacob rodeado de una multitud de hijos que le cierran los ojos y lo bañan con sus lagrimas... La patria, sí, la nación mexicana pierde un ornamento precioso capaz por si solo de ennoblecerla, y de darla nombradía en el antiguo continente de Europa.
Padres de la patria, recibid los mas justos pésames por esta pérdida infanda e irreparable. Tan gran jurisconsulto, tan profundo político, magistrado tan íntegro a par que humano y compasivo, no puede reponerse sino con el decurso de muchos tiempos: llorad su muerte, y si queréis mostraros justos, acordaos de sus pobres hijos: acordaos de que ellos también apuraron en la prisión el cáliz de la tiranía: de que por nuestra independencia y libertad derramaron lagrimas, e hicieron votos por vuestra prosperidad... alargad vuestra mano compasiva para socorrerlos en la orfandad en que quedan; y si la idea del finado D. Miguel Domínguez atrajere en pos de sí la de la de un hombre de bien, la de un buen padre de familia, la de un sabio jurisconsulto, la de un protector de la humanidad oprimida, y la de un magistrado integro; que la idea de vuestra administración atraiga irresistiblemente la de un gobierno paternal y compasivo que supo remunerar en los hijos los importantes servicios de tan virtuoso padre. Estas son los flores que esparce sobre su sepulcro, su menor amigo.—C. M. B.
Fuente: (1830, Abril 24). Page 6. Voz de la patria. https://gpa.eastview.com/crl/irmn/newspapers/vozp18300424-01.1.6
|
Necrología del Lic. Miguel Domínguez publicada en La Voz de la Patria el 24 de abril de 1830. 1 de 3. |
|
Necrología del Lic. Miguel Domínguez publicada en La Voz de la Patria el 24 de abril de 1830. 2 de 3. |
|
Necrología del Lic. Miguel Domínguez publicada en La Voz de la Patria el 24 de abril de 1830. 3 de 3. |